Foto tomada de La Nación.
En un artículo aparte presentamos un esbozo sobre los orígenes de los hermanos Fallas Navarro, hombres humildes, trabajadores del campo, cuyos nombres han están inseparablemente asociados a nuestra Carrera al Chirripó.
Son oriundos de Olán de Buenos Aires, Puntarenas, una comunidad campesina ubicada a 30 km al noreste de Buenos Aires de Puntarenas, donde hay escuela, iglesia, cancha de futbol y ahora, también, electricidad.
Olán parece remoto y solitario, pero en Sitio Hilda, de donde procede Andrea Sanabria Jiménez, no hay nada. Unas pocas casas de piso de tierra, fogón de leña, la puerta abierta a las mascotas y algún abusadillo animal de granja que se atribuye derechos no otorgados.
En el caserío, si así se le puede llamar, viven pocas personas emparentadas por el lado de los Luna, Jiménez, Obando, Sanabria y Salazar.
Como punto de referencia, Sitio Hilda se encuentra en un área de la vecina provincia de Limón, conocida como Alta Talamanca, entre la ciudad de Turrialba y el cerro Chirripó. Hay que dedicar un buen rato y agudizar los sentidos, para encontrar en un mapa satelital unas casas que podrían tratarse del afamado Sitio Hilda.
Un lugar que queda por allá
Para llegar a Sitio Hilda por Turrialba, se requiere un viaje de tres horas en vehículo todo terreno, hasta Alto Tulësi y de ahí caminar a pie, por trillos, durante las siguientes ocho horas. Y el acceso desde San Gerardo de Rivas, al otro lado del Cerro, demanda una caminata de dos días.
Esos son los recorridos que suelen hacer los habitantes de Sitio Hilda, para ir a vender sus productos (maíz, frijoles, plátano y tal vez algún animalito) o a coger café, en el sector de Turrialba y para participar en la Carrera al Chirripó, en Pérez Zeledón.
El dinero que recaudan con las ventas de sus productos y la recolecta de café, en el verano, es el capital que les permite comprar comida, ropa y zapatos, para el resto del año. Porque en invierno, atravesar ríos como el Pacuare o el Chirripó, es casi imposible.
Así es Sitio Hilda, un pueblo sin cuadrantes ni servicios; ni siquiera con un punto de referencia en los mapas geográficos ni satelitales. Y, sin embargo, su nombre tiene una fuerte repercusión en los círculos atléticos de Costa Rica.
Así se escribe la historia
Pero, aunque no aparece en mapas, Sitio Hilda es famoso. Su notoriedad proviene de una señora llamada Andrea Sanabria, que ha transformado todo concepto tradicional relacionado con el atletismo de montaña. Asombrosa desde su primera participación en la Carrera al Chirripó y deslumbrante en los anales de la contienda.
Ha establecido récords que parecen inalcanzables y ha estimulado la participación de otros miembros de su comunidad, en la rigurosa competencia. ¿Cómo nació este hermoso capítulo de la historia, con tantos visos de leyenda?
No se crea que por ser aborígenes, aislados hijos de la naturaleza, los habitantes de Sitio Hilda desprecian los bulliciosos eventos sociales. Tomaron las actividades relacionadas con la Carrera al Chirripó como su principal y quizás única fuente de entretenimiento.
Peregrinación a San Gerardo
Padres, madres, muchachos y niños comenzaron a llegar a San Gerardo de Rivas anualmente, por los días de la carrera, pero no atraídos por el evento atlético, sino por la Copa Chirripó, un campeonato regional de futbol que inicia meses antes y cierra el día de la competencia.
Viendo que el recorrido de la carrera no era más desafiante que sus acostumbradas caminatas, los hombres se inscribieron y participaron así, como venían: con botas de hule y pantalones largos.
No se ubicaron entre los primeros lugares, pero sintieron suficiente motivación para autorizar a las mujeres que participaran, abriendo, un capítulo de realismo mágico, que parece leyenda.
En su primera comparecencia, en 2007, Andrea, con cara de niña, menudita y de 1,60 de estatura, también botas de hule y vestido de rutina, amamantó a su bebé y alzó vuelo. Nadie la pudo alcanzar durante las siguientes nueve ediciones.
Verla ingresar a la meta y acudir a alimentar a su hijo más pequeño, después de una carrera, se convirtió en una escena icónica. Y aunque con limitantes culturales e idiomáticas hasta fue autorizada a hasta la autorizaron a hablar con otras personas; con la prensa, inclusive.
Las cosas cambian
Quiso su suerte que, desde los inicios de su aventura atlética, estos modestos hijos de los campos llamaran la atención del empresario generaleño, Pedro Barrantes Chavarría, quien asumió el apostolado de atenderlos durante sus peregrinaciones anuales y de patrocinarlos, para que compitieran con indumentarias deportivas.
A lo largo de más de una década, los de Sitio Hilda son parte importante de nuestra historia.
Este año -2019- Andrea Sanabria no ganó. Los noticiarios deportivos destacaron que Idelma Lizeth Delgado, una ultramaratonista salvadoreña, quebró la hegemonía de la costarricense. Cierto; pero es una perspectiva.
No se rompió su récord (establecido en 2016 (4:19:47)). Pero la referencia es más dramática y admirable, aun, si se toma en cuenta que Andrea no fue relegada al segundo, sino al cuarto puesto. También la superaron Elizabeth Hernández Reyes y Rosibel Salazar Araya.
¿Por qué vino Andrea tan a menos? ¡Porque no pudo entrenar, debido a que andaba cogiendo café!
Así se va escribiendo la historia de la Carrera Ecológica Cultural Internacional Campo Traviesa al Chirripó.