Carrera Chirripó
12 Jun
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En la web existen crónicas fascinantes que dan al lector una visión cercana, casi palpable de la mágica aventura de visitar la cumbre del cerro Chirripó.

Describen la emoción de los preparativos; el inicio de la caminata por entre fincas y áreas protegidas; los progresivos cambios  de los ecosistemas, el desafío del ascenso por los senderos empinados;  los hallazgos; las breves paradas para descansos y tomar aliento…

Y, luego, la grata emoción de encontrarse en Base Crestones, comer olla de carne, beber café y subir al techo del país.

El cansancio desaparece. Unos dicen que la sensación es indescriptible… Otros, que es la más grata sensación de felicidad.

Que lo diga Warner Rojas Chinchilla, el montañista costarricense más célebre de todos los tiempos, a quien tanto se le puede visualizar  un día en la cumbre del  Aconcagua (Los Andes), el Pico de Orizaba (México) o el Everest (Los Himalayas), como un día sí y otro también, en el Chirripó.

A la fecha, a este hombre que ha conquistado las cimas de al menos 35 cerros costarricenses  y 22 fuera de Costa Rica –incluyendo las más altas de Centro y Sudamérica-  se le contabilizan 71 ascensos al Chirripó.

Podría pensarse en que se sirve del Chirripó como espacio de entrenamiento y fuente de inspiración, para arremeter contra otras montañas más desafiantes que lo duplican en altitud.

Pero es que Warner  es también un asiduo visitante de San Gerardo de Rivas –punto de partida y meta de la carrera anual al cerro Chirripó- donde se le ha visto en fraternal conversación con los corredores y con el gentío acude a la festividad.

Es porque es amigo de la comunidad y de los amigos del Chirripó. Nació en San Antonio de Escazú y su fascinación por el alpinismo le nació a los nueve años de edad, un día de Semana Santa en que subió a La Cruz de Alajuelita, acompañado por su madre y unos vecinos.

Desde La Cruz se alcanzan a ver las montañas que bordean al Valle Central y, entre ellas, San José y amplios sectores de las áreas metropolitanas de Cartago, Heredia y Alajuela.

Y a lo largo de su juventud comenzó a conquistar las montañas nacionales, primero en Escazú, luego en otros sectores del territorio nacional, hasta que pudo saltar a Nicaragua (Volcán Concepción), y luego a Panamá, al resto del istmo centroamericano, México (cerro Orizaba) y Sudamérica, donde escaló los Siete Picos Andinos:

  • Cerro Aconcagua (Argentina)
  • Volcán Ojos del Salado (Chile)
  • Monte Huascarán (Perú)
  • Nevado del Sajama (Bolivia)
  • Volcán Chimborazo (Ecuador)
  • Pico Ritacuba Blanco (Colombia)
  • Pico Bolívar (Venezuela)

Suele viajar en bicicleta, hasta donde las condiciones del camino o las disposiciones locales lo permiten.

Cada conquista es meritoria. También trepó el Elbrús, el cerro más alto de Europa, ubicado en Rusia. Pero la que lo puso en relieve, fue la que logró a las 6:52 a. m., hora de Nepal, al ondear una banderola con los colores patrios, en la cumbre del planeta.

Este apreciado amigo nuestro, caracterizado por su esfuerzo, perseverancia y disciplina, en la búsqueda de los más elevados objetivos, ahora apunta a subir al Makalu, uno de los cerros de más de ocho mil metros de altura más difíciles de ascender del planeta.

Lo intentará por la cara noreste y la cresta norte de Los Himalayas, sin ayuda de oxígeno suplementario. Y en San Gerardo de Rivas, Pérez Zeledón, Costa Rica, estaremos atentos a su nuevo logro y esperado regreso.